En Margarita, las aves nocturnas, que generalmente emiten sonidos o
cantos cerca de rancherìas o poblados, son tomados como aves de mal
agüero, es decir, aves que anuncian algún hecho desagradable o a veces
la muerte de alguien.
Es el caso de un ave, parecida a un gran búho blanco o plateado
brillante,conocida en la isla como el CHAURE, que al pasar sobre la casa
y cantar, los residentes se asustan y creen que ha anunciado la muerte
de un ser cercano.
Un día un gran Chaure, siguió la ruta que le habían enseñado sus ancestros.
Desde su morada en el cerro del Piache se desplazaba siguiendo su
antigua ruta a través de un gran árbol de mango, esta ruta la habìan
marcado sus anteriores parientes guiàndose primero por los àrboles mas
altos, como la mata de mango, luego a la mata de olivo, la mata de
acacia y así sucesivamente hasta llegar al mar. Cuando sus antepasados
chaures hacían el recorrido, no había casas ni poblados sino una gran
sabana que marcaban los árboles ya mencionados, sin embargo el ave
emitia sus cantos nocturnos que algunos en la aldea solian escuchar..
Un indígena guaiquerì, llamado Charaima, construyó su vivienda cerca de
la gran mata de mango en la ruta del ave nocturna, allí, se mudó con su
familia, pero, no sabia que el árbol era una de las marca para que el
chaure no se perdiera por el camino hasta el mar.
Como no habìa luna, cuando oscurecía,la familia de Charaima sólo
se alumbraba con una pequeña braza del fogón.Para pasar el rato hasta la
hora de dormir los niños y adultos se reunìa alrededor de las llamas
del fogòn en el patio del rancho. Todo era silencio mientras los mayores
contaban sus cuentos, sòlo se escuchaba la voz de Charaima que contaba
a sus hijos acerca de los animales del monte que el conocìa. Imitaba
los sonidos de los grillos, de algunas aves para que los niños pudieran
distinguirlos cuando los encontraran, de repente vieron aparecer al
Chaure que se posò en el àrbol de mango y emitiò su lùgubre sonido,
posando sus ojos grandes inexpresivos sobre los habitantes del hogar.
Extendiò sus alas y aleteò cantando su tonada.
Todos
se asustaron con la apariencia del animal, corrieron hasta la vivienda y
se asomaron por alguna ventana a verlo, menos Charaima, a quien el
chaure habia encantado con su plumaje vistoso y fantasmal.
El Chaure dijo a Charaima:
- Cada vez que pase por aquì y me detenga a cantar ante tu rancho
recibiràs malas nuevas, es solo un aviso para que sepas lo que te deparà
el futuro!.Pero- continuò el chaure- cuando solo pase sin detenerme no
ocurrirà nada.
Charaima contò a su familia lo que le dijo el Chaure. Se asustaron
mucho y cada noche buscaban por si aparecìa el ave ululante...
Asì, de tiempo en tiempo, Charaima observaba pasar al chaure, pero
este no cantaba ni se posaba en el àrbol, hasta que, unos años despuès,
su mujer enfermò, y al dìa siguiente el gran chaure se posò en el àrbol
de mango y desplegando sus alas plateadas cantò lugubremente.
-¡Chauuu!!Chaauuuuuu!!
Charaima lo mirò alzar el vuelo y supo el destino de la enferma. En la noche su mujer se agravò y muriò.
El indìgena se sintiò muy triste y contò a sus familiares, en el
sepelio de su esposa, de còmo el chaure habìa cantado la noche pasada
sobre la casa, anunciando la muerte.
Es por esto que cada vez que pasa el chaure sobre las viviendas, las
personas que lo ven estàn pendientes por si canta y anuncia la despedida
de este mundo de algùn familiar o conocido.