domingo, 8 de diciembre de 2013

MIS "EXTRAÑOS" COMPAÑEROS DE JUEGO. CUENTO POR FLOR PATIÑO DE V.

Los fantasmas han existido desde siempre, desde el mismo momento en que el hombre tuvo un encuentro con esos seres ancestrales "fantasmagóricos" que trataron de comunicarse con él, desde que "vio" a personas que habian muerto y seguian creyendo que estaban "vivas".Las "facultades" medianimicas se obtiene por esfuerzo propio y no deben utilizarse para hacer maldades en el mundo. Como es sabido, mi familia fue fundadora de la Cátedra de estudios espiritas, por allá por los años treinta, cuando un grupo de pioneros en estas artes, trajo las ideas de Trincado y Kardec hasta Margarita, y desprendiéndose de prejuicios religiosos, comenzaron sus reuniones hasta organizarse y obtener sus bases legales de acuerdo a la Cátedra Principal.
Al inicio de los estudios filosóficos en Margarita, se manifestaban muchas "facultades" en personas, que la medicina no podía explicar, gente que buscaba un auxilio para algo que no comprendia muy bien, llegaban a la Cátedra o casa de habitación de los fundadores, para obtener esa orientación espiritual que les permitía volver a su rutina de quehaceres diarios. A través de lecturas y consejos por parte de los hermanos que estaban al frente de ella, entre ellos mi abuelo Mercedes, el señor Patricio Fernández, Ildefonso "Poncho" Rivera ,Isidro Marcelino Alfonzo, Marcelino Alfonzo, en fin, muchas personas que por aquel tiempo comenzaron a estudiar el Espiritismo Luz y Verdad, las personas que asistian lograban canalizar sus inquietudes,se les explicaba  lo que les sucedía y seguían acudiendo a las reuniones donde  comenzaban a estudiar los libros de la escuela.Así iba creciendo la comunidad espiritista de Porlamar.

LOS VIEJOS FANTASMAS DEL GRUPO ZULIA. CUENTO POR FLOR PATIÑO DE V.

El grupo Zulia, en la Isla de Margarita, es una imponente edificación hecha durante el gobierno del presidente Medina en 1946. Escuela tipo república o estado, por lo cual lleva el nombre de "Estado Zulia".
 Cuenta la gente del Pueblo de La Mar, que fue construida sobre los restos del cementerio viejo de Porlamar, y que por eso los fantasmas rondan por sus largos pasillos.
  A esa querida escuela llegué a los 6 años de edad a cursar el kínder, en donde recibì las primeras nociones sobre sus Fantasmas, luego pasè a estudiar la primaria y, mucho más tarde, pasé a formar parte de su personal docente por 30 años.
       Cada año que pasaba, el personal que allì laboraba contaba historias nuevas sobre "aparecidos" en cualquier area del mismo colegio.Durante las horas del mediodía, entre la salida y entrada de los turnos de clase, sucedían hechos insólitos, y se lo achacaban a los fantasmas que habitaban dentro de ella.
 Veían personas fallecidas que habìan laborado en la escuela y, decìan, que  en el baño de la planta sur un "fantasma" habia atacado a una señora de las de limpieza y la habia dejado tirada en el suelo sin poder hablar, se escuchaban ruidos de puertas y ventanas que se cerraban, rodaban los pupitres como cuando se hace limpieza, en fin muchas cosas que hacìan poner los "pelos de punta" a quienes lo escuchaban.
Relataba el antiguo director, que muchas veces debìa quedarse hasta tarde en la oficina, y con las ventanas cerradas entraba una ràfaga de aire fuerte que le cerraba los libros y le volaba los papeles del escritorio y entonces èl entendia que debìa marcharse a su casa.
     Igualmente los trabajadores del turno nocturno  veían pasar una mujer vestida de blanco, de una ventana a otra del pasillo sur y esto causaba pánico entre el grupo de alumnos y profesores, por eso durante la noche no se trabajaba en ese lado del colegio, pero a pesar de los fantasmas, la escuela siempre ofreció para mi un clima de paz y tranquilidad, y en ella se obtenìa la mejor enseñanza pedagógica de toda la isla.
 Un día, hace 4 años, mandaron desalojar su vieja estructura, dijeron que no era segura, y comenzò a perder su esplendor del pasado, de 3000 alumnos pasò a tener 900, sus amplios pasillos, sus espaciosos salones quedaron vacios para regocijo de los  viejos fantasmas, quienes sienten que pueden seguir "asustando" a quienes quieran quedarse en sus predios.

LA CHINIGUA ENAMORADA. CUENTO POR FLOR PATIÑO DE V.

Siendo yo muy pequeña, mi abuelo reunió a todos los nietos para contarnos una historia de fantasmas mientras esperábamos que volviera la electricidad a la calle donde vivíamos. 
Mi abuelo era especial, trabajador incansable, conocía muchas facetas de la vida, a veces nos ofrecía sesiones de "magia" que había aprendido en sus innumerables viajes a lugares remotos, era incansable viajero de los caminos.
 Siempre nos hablaba del Africa y lo que vivió en el Canal de Suez, nos contaba de Marsella y de Arabia, nos hacía soñar con esos lugares que él describía tan bien. 
Narraba cuentos espectaculares, los que mas nos gustaban eran los de La Chinigua, esa mujer que perseguía a los hombres esperando encontrar a su amado, y que en noches como aquella sin luz, nos fascinaba escuchar para luego escondernos en las faldas de nuestras madres y tías,para no escuchar el lamento al pie del chinchorro.


"La Chinigua, decía mi abuelo, es el espiritu errante de una mujer enamorada que vivió prendada del amor de un hombre con muchos defectos, entre éstos el tener demasiadas mujeres a sus pies, la pobre mujer no creía cuando su madre le decía que no era hombre para ella, sino que ella creía ciegamente en él, cada día esperaba con ansías su visita, hasta que no volvió jamás.
 Ella se quedó esperando su regreso, y él se marchó con otra mujer, enfermó de nostalgia, no comió y se dejó morir, su espíritu vaga por toda la eternidad,  persiguiendo a todo hombre que enamora a dos mujeres a la vez, la Chinigua le aparece y hace ver que es una de las novias que el infiel visita y lo espera en cualquier punto del camino por donde ha de pasar". 
Seguía contando mi abuelo esa noche oscura: "Cuando todavía no había luz en Margarita, la gente se recogía temprano en sus casas, los hombres enamorados visitaban a sus novias a eso de las seis de la tarde, cosa que no los agarrara la "oscurana" de regreso, tomaban el camino más corto hasta su hogar, como no había luz aprovechaban la claridad de la luna, caminando rápidito por el cardonal que bordeaba el sendero hasta pasar cerca de una pila donde se recogía el agua par los oficios de la casa. 
Varios habían visto la aparición de la Chinigua cerca de la pila y nadie a las 9 de la noche se acercaba allí, pero cualquier hombre que pasara a esa hora después de visitar a su amada, veía sentada a una mujer igualita a la novia, con el pelo largo extendido que lo llamaba y cuando éste se acercaba se le transformaba en puros huesos y con el pelo, decía mi abuelo, comenzaba a "echarle cuero"( castigar) hasta cansarse y el pobre hombre caía en un estado de crisis y fiebres por muchos días y había que buscar a quien le pudiera santiguar y quitarle a la Chinigua de encima"
Todos nos quedábamos en silencio sin querer mirar a nuestro alrededor, pues creíamos tenerla detrás hasta que mi abuelo decía: "No se asusten que ya ha vuelto la luz, y eso sólo ocurría cuando la planta de luz no funcionaba en Porlamar..." 

EL CHAURE. Cuento por Flor Patiño de Velasquez

    En Margarita, las aves nocturnas, que generalmente emiten sonidos o cantos cerca de rancherìas o poblados, son tomados como aves de mal agüero, es decir, aves que anuncian algún hecho desagradable o a veces la muerte de alguien.
        Es el caso de un ave, parecida a un gran búho blanco o plateado brillante,conocida en la isla como el CHAURE, que al pasar sobre la casa y cantar, los residentes se asustan y creen que ha anunciado la muerte de un ser cercano.
        Un día un gran Chaure, siguió la ruta que le habían enseñado sus ancestros.
        Desde su morada en el cerro del Piache se desplazaba siguiendo su antigua ruta a través de un gran árbol de mango, esta ruta la habìan marcado sus anteriores parientes guiàndose primero por los àrboles mas altos, como la mata de mango, luego a la mata de olivo, la mata de acacia y así sucesivamente hasta llegar al mar. Cuando sus antepasados chaures hacían el recorrido, no había casas ni poblados sino una gran sabana que marcaban los árboles ya mencionados, sin embargo el ave emitia sus cantos nocturnos que algunos en la aldea solian escuchar.. 
        Un indígena guaiquerì, llamado Charaima, construyó su vivienda cerca de la gran mata de mango en la ruta del ave nocturna, allí, se mudó con su familia, pero, no sabia que el árbol era una de las marca para que el chaure no se perdiera por el camino hasta el mar.
       Como no habìa luna,  cuando oscurecía,la familia de Charaima sólo se alumbraba con una pequeña braza del fogón.Para pasar el rato hasta la hora de dormir los niños y adultos se reunìa alrededor de las llamas del fogòn en el patio del rancho. Todo era silencio mientras los mayores contaban sus cuentos, sòlo se escuchaba la voz de Charaima que contaba  a sus hijos acerca de los animales del monte que el conocìa. Imitaba los sonidos de los grillos, de algunas aves para que los niños pudieran distinguirlos cuando los encontraran, de repente vieron aparecer al Chaure que se posò en el àrbol de mango y emitiò su lùgubre sonido, posando sus ojos grandes inexpresivos sobre los habitantes del hogar. Extendiò sus alas y aleteò cantando su tonada.
Todos se asustaron con la apariencia del animal, corrieron hasta la vivienda y se asomaron por alguna ventana a verlo, menos Charaima, a quien el chaure habia encantado con su plumaje vistoso y fantasmal.
       El Chaure dijo a Charaima:
     - Cada vez que pase por aquì y me detenga a cantar ante tu rancho recibiràs malas nuevas, es solo un aviso para que sepas lo que te deparà el futuro!.Pero- continuò el chaure- cuando solo pase  sin detenerme no ocurrirà nada.
      Charaima contò a su familia lo que le dijo el Chaure. Se asustaron mucho y cada noche buscaban por si aparecìa el ave ululante...
     Asì, de tiempo en tiempo, Charaima observaba pasar al chaure, pero este no cantaba ni se posaba en el àrbol, hasta que, unos años despuès, su mujer enfermò, y al dìa siguiente el gran chaure se posò en el àrbol de mango y desplegando sus alas plateadas cantò lugubremente.
-¡Chauuu!!Chaauuuuuu!!
        Charaima lo mirò alzar el vuelo y supo el destino de la enferma. En la noche su mujer se agravò y muriò.
         El indìgena se sintiò muy triste y contò a sus familiares, en el sepelio de su esposa, de còmo el chaure habìa cantado la noche pasada sobre la casa, anunciando la muerte.
        Es por esto que cada vez que pasa el chaure sobre las viviendas, las personas que lo ven estàn pendientes por si canta y anuncia la despedida de este mundo de algùn familiar o conocido.

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD DE OJITO Y SUS AMIGOS. Cuento por Flor Patiño de V.


Cuentan que un día de diciembre, Ojito Velásquez, nuestro héroe, invitó a todos sus amigos y compañeros del barrio a celebrar una gran cena por la navidad.
Todos se sintieron felices, poque habían sido tomados en cuenta por el gato Ojito, y no como hacían los gatos de Monte Alto, que corrían a cualquier mortal que se acercara siquiera a ver el baile desde un hueco en la malla protectora de la quinta.
Por esto, la gatica Chiqui, decidió colaborar con un gran pastel, hecho de mazapan, y Gatona tremenda, con unos panecillos especiales rellenos de gran caramelo. Los gatos del patio corrieron a la casa del Ratón Figueroa y trajeron una tizana de frutas para brindar con mucha alegría durante el acto central.
Así que Ojito, tomó su gorro de cocina, su delantal de flores rojas y verdes, y procedió a elaborar las suculentas hallacas para degustar en la cena, pues pensó, que todos sus amigos y conocidos merecían tener el mejor manjar para la ocasión.
Desde lejos, un perro se acercó, y miró torbamente al gato Ojito, pensando en aguarle la fiesta, pues no le había invitado a la misma por ser fiesta de gatos, y él, por supuesto se creía gato, porque tenía un complejo puesto que sus amos le habían llamado "Gato", y el pobre, no sabía, si era perro, o gato, así que en su cabeza todo era confusión. El perro "Gato", muerto de envidia, decidió esperar a que empezara la fiesta. Se escondió detrás de un gran arbol que le gustó mucho, pues era de colores brillantes y vibrantes, así nadie notaria su presencia durante el festejo y desde allí les caería para darles un susto.
Ojito y todos sus amigos, vistieron la mesa y colocaron las viandas, se despojó del delantal y el gorro de cocina, y se colocó un pequeño gorro rojo y blanco para servir de anfitrión de los gatos y gatas de la comunidad. Los recibia con gran algarabía y regocijo, y el perro Gato desde su escondite, se sentía muy celoso por eso, pues el quería ser también recibido en la comunidad gatuna. Cada vez que llegaba alguien a la reunión y escuchaba el alboroto abría sus fauces y apretaba los dientes cerrando los ojos, hasta que en un momento, mordió el cable de las luces del árbol de navidad detrás del cual estaba escondido, recibiendo una descarga electrica que le paró los"pelos" de punta, pegando un gran alarido que asustó a la concurrencia, que corrieron a esconderse debajo de la mesa, pero los mininos observaron salir humo desde atrás del árbol y salieron de inmediato a ver que había pasado encontrando al perro Gato con el pelo parado en punta sollozando:
-Ayúdenme compañeros, que no quiero morir..! ¡Ayúdenme que no quiero morir solo en esta noche de luz y alegría..!, lloraba ante los mininos.
Entonces Ojito y sus amigos, le socorrieron y sentaron a la mesa para que pudiera descansar del tremendo susto y corrientazo recibido, le preguntaron: ¿por qué estabas escondido si la fiesta era para todos sin exclusión?, y el perro Gato dijo: -pensé que era sólo para gatos pequeños y no gatos como Yo...!
Y colorin colorado este cuento ha terminado.

jueves, 18 de julio de 2013

¿POR QUÉ UN CHINAMITO COMÍA COCO?. Cuento por Flor Patiño de V.

OH! de la tradición oral margariteña, les traigo este cuento que escuché, muchas veces, en boca de mis abuelos y tías en mi niñez...

        Cuentan que, por allá, por los primeros años del siglo XIX, mis antepasados, tuvieron muchos encuentros con apariciones de fantasmas, que les perseguían para atormentarles, entre ellos tenemos a La Chinigua, la Llorona y los Chinamitos. Estos últimos, eran fantasmas de niños que habían muerto sin ser bautizados decían, duendes que se les aparecían en el camino a los viajeros que hacían solos el trayecto de un sitio a otro de la isla de Margarita., en algunos lugares más que en otros, éstos hacían de las suyas asustando a las personas desprevenidas, haciéndo travesuras como niños.
        Ocurrió que un día,José Concepción,a quien todos llamaban" Cochón" debía ir hasta el sector conocido como La Isleta, a buscar algunos pescados que Natividad, un amigo pescador, habitante del lugar, le había ofrecido.Cochón partió, desde el centro de Porlamar, donde vivía, muy temprano en la mañana, aprovechando "la fresca", como decía mi abuelo, e ir hasta tan lejos por el pescado. 
         Caminó por el sendero principal de arena caliente, rumbo a la Cruz de la Misión, siguiendo el camino por el lugar conocido como el alto de "Ñopito" hasta ir bordeando la orilla de la playa llegándo al sector La Isleta. Ya el sol se encontraba en mitad del cielo, por lo que calculó debían ser las once y media de la mañana, así que fue recibido por su amigo, que le esperaba sentado bajo la sombra de un árbol frondoso frente a la playa, el cual le ofreció un "agua de tamarindo" para refrescarse del calor reinante y descansar de la caminata. 
            Cochón sintió como la brisa marina llenaba sus pulmones de aire yodado, vió a lo lejos los pescados soleándose sobre unas ramas, todo silencio, por lo que su amigo Natividad le ofreció un plato de sopa de pescado en el almuerzo y se sentaron a conversar cosas de las familias de ambos, mientras bajaba el sol del mediodía y podría marcharse hasta su hogar. Como todo margariteño, la conversación giró acerca de  los fantasmas y aparecidos que eran naturales por esas soledades.
          Natividad le señaló que, algunas veces, veía a barcos piratas atracar cerca de sus trenes de pesca pero, ya él no se asustaba, lo tomaba como algo normal.
         Fue pasando el tiempo y a eso de la tres de la tarde, Cochón decidió tomar el camino de regreso a su casa, calculó que debía llegar, andando rápido antes de las seis a las primeras casas del centro de la ciudad. 
       Natividad lo acompañó hasta cerca de la entrada al Silguero, allí le dio una talega(bolso) con el pescado salado y una merienda, un pedazo de coco seco para masticar por el camino. De allí en adelante, como cuando iba, sólo había soledad, algunas gaviotas y alcatraces, rompían el silencio con su canto, aunado al ruido de las olas del mar.
             Cochón observó que, debajo de unas matas de clemón, había como un bulto de una persona, pero como se encontraba lejos, no pudo determinar bien que era, siguió andando y recordó lo que Natividad le dijo sobre los Chinamitos que salían a molestar por esos rumbos, pero él no tenía miedo a nadie y menos a unos chinamos, así que siguió acercanadose cada vez más a las matas de clemón.
          A pesar de repetirse en la mente muchas veces que no tenía miedo,receloso llegándo cerca de dichas matas mencionadas, vio a un niño que lloraba muy fuerte,además escuchó que detrás de la dunas de arena "jugaban y reian" algunas personas y, pensó, que el niño era de la familia que estaba en la playa. Al pasar cerca, el niño lloró aún más gritando que tenía hambre y, tuvo que detenerse, pues el muchachito corrió a ponerse delante de él en el camino.Cochón sintió lástima por el pobre niño y le dijo:- mijo! no tengo nada que darte de comer!!, cargándolo y mirándolo a la cara continuó: -yo sólo tengo un pedazo de coco y tú no tienes dientes para comertelo!- el muchacho le contestó:- No tengo dientes?, y ¡éstos que son?..., le enseñó dos grandes colmillos parecidos a un animal, luego de lo cual Cochón soltó al chinamito, gritándo: ¡¡¡¡¡¡¡Ayyyy mi madreeee!!! sálvamee!!!... y corrió despavorido hasta que no pudo más, cayendo sin sentido cerca del cruce hacia la carretera principal donde unos vecinos le socorrieron al verlo en veloz carrera como loco...Cochón aprendió que nunca debía viajar solo a parajes olvidados...y que nunca debía subestimar a los "chinamitos".
         En esta tierra margariteña sobran pasajes como este, y colorin colorado este cuento se ha terminado.

jueves, 23 de mayo de 2013

"Minina" Gatica. Cuento por Flor Patiño de V.



La gatica Minina era una felina muy guapa y espectacular.

Era engreída y popular entre los grupos de gatos del pueblo “Misango”.

Todos la veían pasar por la puerta de su hogar, meneando el rabo de aquí para allá y de allá para acá.

Las gatas más viejas le aconsejaban: “Minina: no seas tan pretenciosa gatita, porque los gatos del pueblo no te van a querer por creerte mejor que los demás”…

Minina soñaba con buscarse un enamorado que la mimara y quisiera, prendándose del gato de más alcurnia de la vecindad, el gato Ojito, dueño y señor de todo el reino.

Un día Ojito invitó a la gata Minina a almorzar en su casa. Oh! la gatita se sintió dichosa, pues nunca había estado en una casa de verdad.

Al llegar, el gato Ojito le invitó a retozar sobre la alfombra, minina se sintió feliz sintiendo bajo su panza el suave terciopelo que acariciaba su piel. Qué feliz sería si pudiera tener este lujo en su morada, pensó la gatita.

Ojito la dejó que merodeara por sus predios antes de invitarla a almorzar en su bandeja plateada de su uso personal. Minina se sintió en las nubes, UUMM! Poder degustar una rica comida hecha para gatos, que exquisitez!.

Sólo por haber estado una vez en casa del amo de la vecindad, la gatita Minina se puso aún más pretenciosa, ya no saludaba a sus vecinos del lugar, despreciaba a quienes habían nacido junto con ella y les creía inferiores. La gatita Minina olvidó la humildad que debe estar presente en los seres.

Por eso un día el gato Ojito, que a pesar de ser consentido tenía modales y valores de hogar, le  aconsejó  que dejara de tratar a los demás con despotismo, que no juzgara a los vecinos por lo que poseían materialmente sino por sus obras y buenos sentimientos, que mirara a su alrededor y viera que estaba sola, sin amigos que la quisieran de verdad,así que mientras continuara con su conducta altanera no la invitaría más a su casa ni la tomaría en cuenta.

La gatita Minina se sintió triste, desolada y decidió cambiar su forma de ser pues, se dio cuenta que había perdido a sus amigos de toda la vida, los cuales a pesar de su conducta, seguían apreciándola.

Colorín colorado este cuento ha terminado.

el Cine arte

  HOLA, HOLA BIENVENIDO A NUESTRO CORTO SOBRE EL CINE. El cine, empleado como fuente de información, permite adentrarse en el estudio de la ...