Los
fantasmas han existido desde siempre, desde el mismo momento en que el
hombre tuvo un encuentro con esos seres ancestrales "fantasmagóricos"
que trataron de comunicarse con él, desde que "vio" a personas que
habian muerto y seguian creyendo que estaban "vivas".Las "facultades"
medianimicas se obtiene por esfuerzo propio y no deben utilizarse para
hacer maldades en el mundo. Como es sabido, mi familia fue fundadora de
la Cátedra de estudios espiritas, por allá por los años treinta, cuando
un grupo de pioneros en estas artes, trajo las ideas de Trincado y
Kardec hasta Margarita, y desprendiéndose de prejuicios religiosos,
comenzaron sus reuniones hasta organizarse y obtener sus bases legales
de acuerdo a la Cátedra Principal.
Al
inicio de los estudios filosóficos en Margarita, se manifestaban muchas
"facultades" en personas, que la medicina no podía explicar, gente que
buscaba un auxilio para algo que no comprendia muy bien, llegaban a la
Cátedra o casa de habitación de los fundadores, para obtener esa
orientación espiritual que les permitía volver a su rutina de quehaceres
diarios. A través de lecturas y consejos por parte de los hermanos que
estaban al frente de ella, entre ellos mi abuelo Mercedes, el señor
Patricio Fernández, Ildefonso "Poncho" Rivera ,Isidro Marcelino Alfonzo,
Marcelino Alfonzo, en fin, muchas personas que por aquel tiempo
comenzaron a estudiar el Espiritismo Luz y Verdad, las personas que
asistian lograban canalizar sus inquietudes,se les explicaba lo que les
sucedía y seguían acudiendo a las reuniones donde comenzaban a
estudiar los libros de la escuela.Así iba creciendo la comunidad
espiritista de Porlamar.
Quizás
por esto, la gente, que luego fue adhiriéndose a estos estudios,
consideraron llamar a estas personas, en baja voz, como "brujos" o
"hechiceros"o quizás practicantes de supercherias, comenzaron también a
estudiar más a fondo estas doctrinas del maestro Joaquín Trincado.
Bueno,
pero conversemos sobre lo que nos interesa y es la época dorada de
inicios de la escuela espirita. Como siempre,siendo pequeña, veía llegar
a casa de mis abuelos a gente necesitada de esas orientaciones
espirituales, gente que solo quería manifestar su sentir pero también,
quien necesitaba expresar sus visiones, como el caso que les voy a
contar.
Entre
el grupo de necesitados de luz espiritual, llegó un día un humilde
pescador del sector de La Isleta, padre de dos hermanitos: una niña,
como de diez años y un varoncito de cinco años.Su papá, muy preocupado,
acudió donde el sr Mercedes para que le ayudara. Contó el sr que sus
hijos, que vivían con él y la madre a la orilla de la playa de La
Isleta,llegando a Mosquito, en una rancheria solitaria, cada día, desde
que tuvieron uso de razón, como dicen aquí, comenzaron a compartir con
unos "extraños compañeros de juego", quienes les acompañaban, de día o
de noche, en la soledad del camino al colegio, les hablaban, les daban
regalos, haciéndoles toda clase de ofrendas. Ellos llegaban a su rancho y
contaban a sus padres lo que habian hecho ese día con sus "amiguitos"
del camino. Los padres ya no encontraban manera de decirles que esos
"amiguitos" no existían, pero ellos les decán que todos los días le
daban regalos y les mostraban las monedas o caracoles que les
obsequiaban.Los niños, por supuesto tenían una facultad, muy linda, como
es la de ser videntes, "veían a los que ya no estaban en este mundo" y
como no había nadie más por los alrededores, se acostumbraron a jugar
con estos espíritus o "Chinamito" como los conoce la gente margariteña,
por supuesto no le tenían miedo porque a diario compartian con ellos. La
niña, contaba que veía llegar un barco español antiguo cada noche a la
bahía de Punta Mosquito, los veía bajar, con cargas muy pesadas y
esclavos encadenados, hasta cierto lugar donde desaparecían. En la
mañana, al pasar por el lugar, solia encontrar monedas, y sus
"compañeros de juego espirituales", les decían que las tomaran para
comprar merienda en la escuela, y que buscara y cabara para encontrar
más, puesto que a ellos los habían dejado de "vigía" en el lugar. El
hermanito solia jugar a las metras con ellos, y al salir para la escuela
de la Isleta, los llevaba de la mano, ellos los esperaban fuera de la
escuela y al salir de clases volvían a acompañarlos y se "encachorraban"
si no les daban coco para comer por el camino.
Mi
abuelo, con otras personas de la familia, fueron hasta el lugar y
comprobaron estos hechos, miraron las monedas encontradas ese dia y los
caracoles que le regalaron a los niños. Después de aconsejar y hacer
algunas lecturas, durante algunos días, los pequeños "compañeros de
juego" no volvieron a aparecer por la ranchería. Para los niños fue
extraño dejar atrás a esos "compañeros de juego" que durante muchos
años les persiguieron, pero era necesario para la salud mental de todo
el grupo familiar, donde toda la comunidad los tomaba por locos, ya que
nadie comprendía su facultad.
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