Decir adiós a un compañero de juegos es difícil, mucho más si nos hemos encariñado con él.
Skipy enfermó y se marchó al cielo de los perritos buenos. Sus amitos lo llevaron al veterinario pero, nada pudo hacerse. Skipy observó como flotaba en el aire, y, su cuerpecito inerte, quedaba atrás.
Se sintió libre de morder y correr por el prado acompañado por otros cachorritos. Miró a su alrededor y vio a un gran perro maestro, de color negro, que le esperaba para acompañarle en su largo recorrido por un camino de luces verdes y brillantes que le encantaron y le hicieron feliz. Skipy preguntó al perro maestro:
-¡Señor perro!!, ¿hacia dónde debo marchar?, y éste le contestó:
- Al campo de los perros que ya cumplieron su misión en esta tierra y ahora le esperan otros amitos para jugar y cuidar
.- Skipy miró hacia abajo y vio que todos estaban muy triste por su partida pero, a la vez, se acordó del gran Kike que cuidaría muy bien el hogar y no se sintió triste sino que partió hacia su nueva misión donde le necesitaran.
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