La gatica Minina era una
felina muy guapa y espectacular.
Era engreída y popular entre
los grupos de gatos del pueblo “Misango”.
Todos la veían pasar por la
puerta de su hogar, meneando el rabo de aquí para allá y de allá para acá.
Las gatas más viejas le
aconsejaban: “Minina: no seas tan pretenciosa gatita, porque los gatos del
pueblo no te van a querer por creerte mejor que los demás”…
Minina soñaba con buscarse
un enamorado que la mimara y quisiera, prendándose del gato de más alcurnia de la
vecindad, el gato Ojito, dueño y señor de todo el reino.
Un día Ojito invitó a la
gata Minina a almorzar en su casa. Oh! la gatita se sintió dichosa, pues nunca
había estado en una casa de verdad.
Al llegar, el gato Ojito le
invitó a retozar sobre la alfombra, minina se sintió feliz sintiendo bajo su
panza el suave terciopelo que acariciaba su piel. Qué feliz sería si pudiera
tener este lujo en su morada, pensó la gatita.
Ojito la dejó que merodeara
por sus predios antes de invitarla a almorzar en su bandeja plateada de su uso
personal. Minina se sintió en las nubes, UUMM! Poder degustar una rica comida
hecha para gatos, que exquisitez!.
Sólo por haber estado una
vez en casa del amo de la vecindad, la gatita Minina se puso aún más
pretenciosa, ya no saludaba a sus vecinos del lugar, despreciaba a quienes
habían nacido junto con ella y les creía inferiores. La gatita Minina olvidó la
humildad que debe estar presente en los seres.
Por eso un día el gato
Ojito, que a pesar de ser consentido tenía modales y valores de hogar, le aconsejó
que dejara de tratar a los demás con despotismo, que no juzgara a los
vecinos por lo que poseían materialmente sino por sus obras y buenos
sentimientos, que mirara a su alrededor y viera que estaba sola, sin amigos que la quisieran de verdad,así que mientras continuara con su conducta altanera no la
invitaría más a su casa ni la tomaría en cuenta.
La gatita Minina se sintió
triste, desolada y decidió cambiar su forma de ser pues, se dio cuenta que había
perdido a sus amigos de toda la vida, los cuales a pesar de su conducta, seguían apreciándola.
Colorín colorado este cuento
ha terminado.